No podemos cuidar ni responsabilizarnos de aquello que no conocemos. 

Es de vital importancia en todas las áreas o momentos de nuestra vida el poder contar con una escucha y cuidado de aquello que nos sucede internamente como una práctica de salud y bienestar.

En momentos de dificultad o de cambio, es relevante el poder reconocer aquello que hemos vivenciando dejando una marca profunda en nosotros y que muchas veces determina nuestro aquí y ahora en el presente. Esto a la hora de tomar decisiones, en la manera en que nos relacionamos y vinculamos con otras personas como en la forma en que nos movemos en el mundo. 

El acompañamiento que ofrece la Terapia Gestalt y el trabajo corporal permite abrirnos con menos condicionantes y expectativas a un lugar más esencial de nosotros mismos. Así, atendemos con mayor amabilidad todo aquello que nos aleja de nuestra autenticidad para poco a poco dar lugar a nuestras habilidades y capacidades diversas para los diferentes desafíos que propone la vida. 

A por el derecho de ser en autenticidad.

A la hora de repensarnos con respecto a la libertad de ser en el mundo como también en el cómo vivimos nuestra sexualidad y vínculos, se hace cada vez más necesario el poder revisar todos los mensajes que nos ha enviado nuestra cultura, referentes de origen, experiencias vitales y estímulos externos que definen, muchas veces sin darnos cuenta, la expresión de nuestra autenticidad con nosotros mismos y en cómo nos relacionamos con el mundo. 

El espacio terapéutico permite generar un espacio seguro y fuera del juicio para acercarte un poco más a lo que tiene sentido para ti, donde puedes abrirte a explorar aquello con lo que sí te identificas, resuena en tu vida y necesita ser expresado en toda su diversidad.

Además descubriremos cuáles son tus deseos, cómo es tu manera de amar y quizá nuevas maneras de vincularte con otras personas desde la responsabilidad, el respeto y el cuidado. No sólo a través de un modelo a seguir, sino desde el lugar desde donde te sientes disponible, libre y coherente de habitar, tomando en cuenta tus movimientos y necesidades.

El puente de lo que fue y aún no es

Llamamos crisis a aquel movimiento que trae un cambio de estructura, nos conecta con el dolor o que amenaza lo conocido y confortable. Una sensación de rompimiento y no control que puede traer sensación de vacío, frustración, rabia o impotencia. Quizá todas juntas. Una situación que evidencia un desafío en nuestras vidas pero que sentimos no tener los recursos necesarios para gestionarlo.

Un camino terapéutico posibilita una mayor consciencia y amabilidad hacia lo que este proceso de cambio trae consigo. Aprendemos a acompañar desde una mayor compasión todo aquello que emerge de esta vivencia y que nos empuja hacia lo desconocido o doloroso, aún con todas sus resistencias. Así, damos espacio poco a poco a la comprensión e integración de la experiencia como también a recuperar tus recursos propios de seguridad y auto apoyo, volviendo al presente con mayor aceptación, serenidad y apertura.

Ser el mejor amigo de mí mismo

Quizás eras tomado como una persona “intensa” o “sensible”. Quizás aprendiste a silenciar tus emociones para así sostener la vida. O por el contrario, las reprimiste para poder pertenecer, o porque lo tuyo no era realmente importante… Puede ser que tengas muy claro aquellas emociones que “están bien”, por lo que también sabes que hay otras donde lo mejor es hacer caso omiso e ignorarlas con un “ya pasará”.  

De una manera u otra, sin duda hay un sinfín de creencias alrededor de ellas. Tantas como las maneras en que aprendemos a evitarlas pensando que es lo mejor ante una dificultad. Toda una campaña de bloqueo a las emociones que, en su intento de ser oídas, nos decidimos firmemente acallar. Lo que no sabemos es que al no observarlas, serán ellas las que siempre encontrarán la manera de ser vistas y expresarse,  ya sea a través de un síntoma o enfermedad física o mental, interviniendo directa o indirectamente en nuestro bienestar. 

Y es que no nos han enseñado a lidiar con ellas…

La invitación es a aproximarnos a una práctica de escucha desde el cuerpo para el día a día. Ampliando cada vez más la mirada interna hacia nuestras diversas sensaciones iremos reconociendo y conectando con lo que cada una de nuestras emociones viene a expresar: información valiosa para darnos lo que necesitamos ya sea abriéndonos al mundo, retirándonos, poniendo límites o yendo hacia dentro con nosotros mismos.

Los mensajes de “tengo que” y “debería”

Angustia y ansiedad son de la misma familia pero actúan en diferentes direcciones. Ambas aparecen ante un estímulo externo o interno relacionado con un “tengo que” o “debo”, imposición a la que nos sentimos incapaces de responder asertivamente y alejándonos de nuestras propias necesidades. Nos desenergetizamos, conectamos con  la impotencia, el miedo y la frustración y queremos que desaparezca lo más rápido posible. 

Lo que hacemos en terapia será primero recuperar el sentido de seguridad en nuestro propio cuerpo, para luego ir reconociendo cuales son aquellas creencias, mandatos, y exigencias  a las que “hemos de responder” y que vivimos como ciertas, llevándonos a este constante y desagradable sufrimiento.  

Tomando consciencia de cómo es la vida con esta serie de mandatos y expectativas, comenzaremos un proceso que nos permite desidentificarse de aquello que genera este malestar, invitándonos a ponernos en primera línea y a la escucha de nuestras propias necesidades antes que nada. 

Así, reconociendo nuestras habilidades y limitaciones, nos reconectaremos con aquello que sí queremos y podemos responder, observando el beneficio directo que esto tiene para nosotros mismos en un acto de libertad, responsabilidad y autonomía.